Estamos viviendo tiempos difíciles. Muchos de nosotros nos encontramos confinados en nuestros hogares sin poder salir a la calle. El mundo entero se halla pendiente de una pandemia, el coronavirus se ha extendido por numerosos países y se ha cobrado, por desgracia, miles de vidas. Aunque podamos pensar que esta es una situación sin precedentes, lo cierto es que si nos remontamos a años y siglos atrás, el mundo ya le ha hecho frente a numerosas pandemias a lo largo de la historia. Una de ellas invadió Edimburgo en el siglo XVII, fue la llamada peste y sus variantes, la peste bubónica y la peste negra o Black Death.
Si quieres saber más sobre la terrible enfermedad que redujo a casi la mitad la población de Escocia, entonces sigue leyendo.
– Los orígenes de la peste
Fue a mediados del siglo XIV cuando estalló la peste en el continente europeo. La oleada de peste negra que tuvo lugar en el año 1346 está catalogada como la mayor epidemia de peste de la historia de Europa. Se fue sucediendo a lo largo de los años, afectando a diferentes países cada vez, y reduciendo muy considerablemente la población europea. Murió casi un tercio de la población.
Por aquel entonces se desconocía su origen, se achacaba a un castigo divino procedente de alguna figura sobrenatural. Hoy en día sabemos que esta enfermedad es causada por una bacteria presente en parásitos como las pulgas o los piojos. Las mayores portadoras de estos parásitos en la Edad Media fueron las ratas. Se culpó a este animal durante siglos, pero un reciente estudio de las Universidades de Oslo y Ferrara concluyó que la propagación de la enfermedad se debió, sobre todo, a las pulgas y piojos que habitaban en los humanos. Todo esto como consecuencia de la pobre higiene corporal que se tenía en aquella época.
La peste bubónica le debe su nombre a su principal síntoma. El término deriva del griego “βουβών”, que traduciríamos como ingle. Los bubones pasarían a denominar la inflamación de los ganglios linfáticos de las ingles y otras partes del cuerpo.
Estos bubones eran el síntoma principal, al cual acompañaban altas fiebres, asfixia, vómitos de sangre o incluso la necrosis de las extremidades, siendo más frecuente este último síntoma en la peste negra.
También se desconocía su cura, lo cual hizo que la tasa de mortalidad se disparara y que fuera una enfermedad letal. Actualmente, se puede curar con cierta facilidad mediante la ingesta de antibióticos y respiración asistida.
– La propagación de la peste por Edimburgo
La epidemia de la peste llegó a Edimburgo como llegaba a otras ciudades, por medio del comercio, marítimo en este caso. La peste desembarcó en Escocia a finales del año 1644 y no tardó en propagarse de manera descontrolada. La ciudad de Edimburgo en épocas medievales no gozaba precisamente de una buena reputación en cuanto a temas higiénicos.
Ejemplo de ello era el estado del North Loch (un lago que ocupaba lo que hoy en día son los jardines de Princes Street). A él se vertían aguas residuales mientras servía, al mismo tiempo, como fuente de agua para el consumo.
A esto, hay que sumarle que la población acostumbraba a lanzar la basura y… sí, los excrementos por la ventana. Pero no te asustes, siempre avisaban antes de hacerlo. Si andabas por la calle y de pronto escuchabas a alguien gritar “Gardy Loo!” (¡Agua va!) desde una ventana, entonces más te valía salir corriendo de allí si no querías verte envuelto en una lluvia de aguas fecales.
Aunque la peste fue una epidemia que afectó en Edimburgo por igual a ricos y pobres, realmente se cebó con las clases sociales más desfavorecidas.
En el siglo XVII, la población de la ciudad de Edimburgo no dejaba de crecer. Para dar cobijo a todo el mundo, se comenzaron a construir casas encima de viviendas ya existentes. Sin embargo, esto no fue lo único, las clases más bajas tuvieron que buscar cobijo en lugares que hoy en día habrían sido catalogados inhabitables.
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Los closes de Edimburgo, hogar de la peste
Los callejones, o closes, como se les denomina en Escocia, sirvieron de hogar para la población más humilde. Aunque algunos han llegado hasta nuestros días como lugares pintorescos y característicos de Edimburgo, lo cierto es que estas callejuelas, adyacentes a calles principales, y situadas entre edificios prominentes, eran en aquel tiempo lugares sombríos y sucios.
Otros, sin embargo, no llegaron hasta nuestros días, pues, por increíble que te parezca, se encontraban bajo tierra. Estos callejones subterráneos estaban superpoblados, con miles de personas hacinadas en oscuras habitaciones y viviendo en condiciones insalubres. Debido a esto, no es de extrañar que una enfermedad como la peste se propagase rápidamente por Edimburgo.
– Mary King’s Close: el foco de la epidemia
En plena Royal Mile, justo frente a la catedral de St Giles y bajo el Ayuntamiento, se encuentra enterrada parte de esta historia trágica de Edimburgo.
Quizás el más famoso de todos los callejones subterráneos es el Mary King’s Close. Era el más importante, a parte de por su extensión, porque se trataba de una calle comercial, con un número notable de tiendas de artesanos. Recibía el nombre de Mary King, una mujer que habitaba allí (en una vivienda algo más decente que la media de las casas del callejón, eso sí) y se dedicaba al comercio de telas.
Aunque haya llegado hasta nuestros días con el nombre de Mary King’s Close, lo cierto es que no es solo uno, si no que se denomina así a un conjunto de cinco callejones que discurrían bajo tierra.
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"Once the faintest stirring of hope became possible, the dominion of the plague was ended." – The Plague, Albert Camus
En estos callejones, se concentraban, hacinadas en habitaciones lúgubres y sin ningún tipo de ventilación, miles de personas. Las viviendas eran oscuras y las paredes de piedra. Por supuesto, no existía ningún tipo de sistema de alcantarillado. Como te he comentado anteriormente, las heces y aguas residuales se lanzaban a la calle. Se acostumbraba a hacer esto en una franja horaria concreta y era habitual caminar por una calle llena de excrementos.
Todo esto, sumado a la falta habitual de higiene de la población, hizo que Mary King’s Close fuese el foco de la epidemia de la peste en Edimburgo.
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La cuarentena del siglo XVII
Cuando alguna familia contraía la peste, se encerraba en su casa durante un período de cuarentena. Para hacer saber al resto de sus vecinos que habían enfermado, colocaban un paño blanco en la puerta, o, de tener ventana, lo agitaban por ella. De este modo, recibían alimentos como pan o leche, para que pudieran sobrevivir mientras esperaban la visita de un médico o, en su lugar, un milagro que los liberase de la peste.
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When you wake up and realise its Monday? Not quite, the problems of 1645 Edinburgh for the Craig family is a little darker than that. Do you know what it could be?
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El doctor de la peste
Para intentar frenar la epidemia de la peste en Edimburgo, se designó a un médico oficial de la peste. El primero fue John Paulitious, pero falleció, a causa de (oh, sorpresa) la peste al poco tiempo de comenzar a tratar los primeros casos.
Posteriormente, la ciudad reclutó al Doctor George Rae, prometiéndole una suma exagerada de dinero a cambio de sus servicios. Se le ofreció este desorbitado salario porque estaban seguros de que el Doctor Rae, como su predecesor, no saldría vivo de los callejones de Edimburgo. Sin embargo, y para desgracia de las autoridades, George Rae logró hacerle frente a la peste y sobrevivió a la epidemia. Después empleó los siguientes 10 años de su vida en conseguir el dinero que el ayuntamiento le había prometido. Y lo consiguió, recibiendo un sueldo sin precedentes, de 1200 libras escocesas anuales.
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Un traje peculiar
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El Doctor George Rae pensaba que la peste se propagaba a través del aire, por lo que para evitar ser contagiado, usaba una máscara que nos recuerda en cierto modo a las del carnaval veneciano. Aunque, eso sí, con un aire mucho más tétrico y, por supuesto, con una ausencia total de colores. La máscara tenía un largo pico de pájaro, en cuyo interior colocaba hierbas y pétalos de rosa, para evitar inhalar los miasmas y los terribles olores del lugar.
Además, para evitar ser contagiado, siempre vestía una capa de cuero, unos largos guantes y sombrero. Con esto, sin él saberlo, evitó que las pulgas le mordieran y pudo así sobrevivir.
Al contrario de lo que pudiera parecer, debido a su aspecto en cierto modo demoníaco y terrorífico, encontrarte al Dr. Rae en un oscuro callejón subterráneo, era lo mejor que te podía pasar en aquella época.
Aunque no estaba acertado en sus creencias de cómo se propagaba la peste en Edimburgo, consiguió curar a muchos enfermos. Su método consistía en hacer punciones en los bubones de los afectados por la peste bubónica. Así dejaba que saliera el pus y liberaba el veneno, para después desinfectar las heridas.
– Leyendas y fantasmas: la pequeña Annie
Dos de los callejones que conformaban Mary King’s Close quedaron totalmente sepultados cuando comenzaron las obras de construcción del Royal Exchange, en el año 1754. Hoy en día, en su lugar encontramos el edificio del Ayuntamiento (Edinburgh City Chambers).
A partir del siglo XVIII quedó totalmente prohibido que la población habitase este tipo de lugares y se comenzó una reconversión en la ciudad. Los callejones quedaron entonces clausurados, dando pie a una multitud de leyendas y rumores.
Se decía que el ayuntamiento, en un acto de crueldad, había sepultado las calles del Mary King’s Close, dejando miles de cadáveres allí. Se decía incluso que habían encerrado allí a los que aún estaban enfermos para que la peste no se extendiera por el resto de Edimburgo.
Pero nada más lejos de la realidad, pues se encargaron de reubicar a todo el que vivía allí y poco a poco las gentes se fueron trasladando a otras partes de la ciudad. Y es que, si echas cuentas, el cierre de Mary King’s Close no se produjo hasta cien años después de la epidemia.
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La niña abandonada
Sin embargo, no hace mucho, en el año 2003, se decidió volverlo a abrir, con fines turísticos esta vez, para que los visitantes pudieran pasear de nuevo por los callejones y hacerse a la idea de lo que en otra época fue la realidad de muchos ciudadanos de Edimburgo.
Fue entonces cuando, un equipo de la televisión japonesa que estaba grabando un documental sobre lugares encantados de Reino Unido, llegó a Edimburgo. Al adentrarse la médium Aiko Gibo en una de las habitaciones de Mary King’s Close, dijo notar una abrumadora sensación de tristeza y un frío que no era el habitual. Cuando se disponía a salir de aquella habitación, notó que alguien la agarraba y, al darse la vuelta, vio a una niña llorando. La médium entabló conversación con la pequeña, la cual le dijo que se llamaba Annie y que había sido abandonada por sus padres cuando éstos se enteraron de que su hija tenía la peste. Pero, sin embargo, ella lloraba porque no encontraba su muñeca.
Tras esto, Aiko abandonó el lugar, pero regresó al poco tiempo, y esta vez no lo hizo con las manos vacías. Le compró a Annie una nueva muñeca.
Al dejar la muñeca en la habitación, cuentan que la sensación de frío disminuyó considerablemente y que Annie dejó de llorar.
Hoy en día, la leyenda de Annie está más que extendida, por lo que visitantes de todas partes del mundo acceden a Mary King’s Close con juguetes para la pequeña. Cuando entres en la habitación de Annie, la reconocerás enseguida por el altar de peluches y muñecas que allí hay montado.
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In the 1990s, Japanese psychic Aiko Gibo came to the UK to make a film about our most haunted places. She visited @marykingsclose in Edinburgh – but when she tried to enter one of the rooms, she was stopped dead in her tracks by the sheer force of unhappiness and pain she felt there. Eventually, she made it inside, where she communicated with the spirit of a young girl who was distraught because she had lost her favourite doll. Gibo hotfooted it straight to a shop on the Royal Mile and bought a doll for the little girl, warning the team at Mary King’s Close that it should never be removed from the room. Since then, Annie has amassed a huge shrine of toys and dolls from generous fans around the world. But in April this year, a tour guide raised the alarm when he discovered that Annie’s Tartan Barbie, as the doll Gibo had bought for her was nicknamed (though it was in fact a Daisy Doll, designed by Mary Quant), had SUDDENLY VANISHED. A rummage through the shrine confirmed that Annie’s doll had indeed gone missing – and it still hasn’t been returned to its ghostly owner. Wee Annie seems content to play with all her other toys for now… but who knows how long her happiness will continue? Keep your eyes peeled for the Tartan Barbie (swipe to see her), and use the hashtag #bringbackthedoll to let Mary King’s Close know of any potential sightings. ? ?: Annie’s shrine image (cropped) by Anna Blair, and Tartan Barbie image (cropped), both via The Real Mary King’s Close press office (used with permission). . . . #realmarykingsclose #marykingsclose #undergroundedinburgh #barbie #barbiedoll #psychic #missingdoll #tartanbarbie #anniesdoll #hiddenedinburgh #edinburgh #mystery #halloween #haunted #discoverunder10k #discoverunder1k #discoverunder5k #schottland #scozia #escocia #ecosse #scotland_lover #scotland_ig #scotlandexplore #scotland_insta #edinburghscotland #edinburghspotlight #scottishhistory #legendaryscotland
La parte bonita de la historia, es que una asociación retira cada cierto tiempo esos juguetes para donarlos a niños sin recursos u hospitales y dejar así espacio para los nuevos juguetes que los turistas traen consigo.
El de Annie no es el único fantasma que ha sido visto por estos lares, como es de esperar en un lugar en el que ha muerto tantísima gente. Los propios trabajadores del tour de Mary King’s Close aseguran haber visto siluetas en repetidas ocasiones, haber sentido todo tipo de presencias y haber escuchado llantos, gritos y pasos por las distintas estancias de los callejones.
– Visitar Mary King’s Close
La visita a los vestigios de la ciudad subterránea no se puede hacer de manera individual. Para adentrarte en Mary King’s Close es necesario contratar el tour, a través del cual caminarás por los distintos callejones que siguen transitables y algunas de las habitaciones. Gracias a que se mantuvo tapiado, todo sigue como estaba en el siglo XVIII, por lo que la experiencia es más que recomendable para conocer esa parte de la historia de Edimburgo.
Si lo que vas buscando es un tour de fantasmas, entonces te aviso ya de que el tour del Mary King’s Close no es nada de eso. Aunque sí que te hablarán de los espíritus que a lo largo de los años se han ido haciendo de notar, la visita se centrará sobre todo en la historia del lugar y cómo fue asolado por la peste.
Y si eres un poco miedoso, tranquilo, aquí no habrá nadie detrás de una esquina esperando para asustarte.
El Mary King’s Close abre siete días a la semana y sus horarios varían en función de cada mes, por lo que te aconsejo echarle un vistazo a su página web antes de planear tu visita.
Precios:
Adultos: £16.50
Mayores de 60 y estudiantes: £14.25
Niños de 5 a 15 años: £9.95
¡Espero que el artículo te haya resultado interesante y que hayas aprendido algo hoy! Si te interesa seguir leyendo sobre Escocia, puedes ver todos los artículos en este enlace.
Imagen de portada por © Themostinept en Flickr.
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