Suiza es un país de contrastes donde cada uno de sus pequeños pueblos y grandes ciudades tienen unas peculiaridades que los hacen únicos. ¿Estáis planeando vuestro viaje a Suiza y aún no sabéis qué lugares no os podéis perder? Basilea es una de vuestras paradas obligadas, vais a ver a continuación por qué. ¡Vamos allá!
Basilea
Basilea es una ciudad preciosa situada en la frontera entre Suiza, Alemania y Francia. Sus orígenes se remontan a las tribus celtas de hace más de dos mil años, por lo que es una ciudad con una historia riquísima. Sus calles y casas de siglos y siglos pasados conservadas a la perfección, su limpieza vayas por donde vayas, sus pequeños locales y cafeterías inmejorablemente acogedores y su relativamente buen clima (es la ciudad suiza con más horas de sol al año) provocan el disfrute máximo de los viajeros que deciden admirar sus encantos. A todo ello se suma el carácter abierto de sus habitantes, ya que es una de las ciudades con mayor calidad de vida del planeta, su increíble riqueza cultural (tiene más de 40 museos y una de las escuelas de música más renombradas del mundo) y su situación geográfica privilegiada.
Todo esto provoca un movimiento extraordinario de estudiantes y de trabajadores extranjeros y que sea sede de ferias y acontecimientos deportivos y culturales de gran renombre internacional, como Basel World, Art Basel o Swiss Indoors. Es una ciudad, por lo tanto, muy agradable y amiga del turista.
La gran suerte es que aún no está masificada y todavía se puede disfrutar todo lo que tiene que ofrecer sin necesidad de pegar codazos, cosa que hoy en día se agradece muchísimo.
¡Os presento lo que debéis ver en vuestro viaje a Basilea!
1. Marktplatz y Rathaus
Uno de los símbolos más representativos de Basilea que debéis ver es la Marktplatz o Plaza del Mercado y el Rathaus o el ayuntamiento.
Un poco de historia:
La Marktplatz se fundó en el siglo XI bajo el nombre de Kornmarkt (Mercado del Cereal) con el propósito de vender este producto, además de vino, verduras, frutas, huevos y gallinas, entre otros. La plaza estaba entonces rodeada por pequeñas casitas por cuyas ventanas vendían sus habitantes productos como carne, pasteles o pájaros.
En 1290 se construyó la Richthaus o Casa de Juicios y la Marktplatz sirvió durante siglos como lugar donde ajusticiar a los condenados a muerte en la llamada «piedra ardiente» o aleccionar a los no creyentes encadenándolos al «pilar de la vergüenza». Esta Richthaus es lo que hoy en día sería la Rathaus. El edificio se destruyó casi en su totalidad durante el terremoto de 1356 y se volvió a levantar por completo en 1514 después de diez años de construcción.
Hoy en día:
La Marktplatz de Basilea es a día de hoy una plaza donde de lunes a viernes se venden frutas, verduras, flores, panes y quesos caseros, pastas artesanales, etc. a precio de oro pero de muy buena calidad. Merece la pena probar alguno de estos manjares o, al menos darse una vuelta por sus puestos y admirar sus productos.
El edificio tan llamativo que veréis al fondo es la famosa Rathaus, sede del Gobierno Cantonal. En estilo gótico y de una arenisca roja muy intensa, se trata de unos de los edificios más fotografiados de Basilea debido a su singular belleza. En la fachada encontraréis los escudos de los diferentes cantones suizos que por entonces existían (algunos como el de Ginebra no están expuestos porque se adhirió a Suiza más tarde). No dejéis de visitar su patio interior, magníficamente decorado con figuras y frescos preciosos por paredes y techos. En los pisos superiores no suele estar permitido el acceso, ya que se encuentran las oficinas de la cancillería y los servicios parlamentarios y presidenciales.
2. Barfüsserplatz
Esta plaza, coloquialmente llamada Barfi, es el lugar de encuentro de la mayoría de los basilienses. Se trata del corazón de la ciudad, uno de los sitios con más vida de la misma y centro neurálgico de la red de tranvías, ya que por aquí pasa el 90% de ellos. La iglesia que veréis al fondo es el Museo de Historia, visita imprescindible si vais con tiempo. No dejéis de entrar a alguna de las cantinas que encontraréis por los alrededores de la plaza, preciosas y antiquísimas.
La traducción de Barfüsserplatz es Plaza de los Descalzos y recibe su nombre por la iglesia que veréis al fondo. Esta iglesia fue construida por la orden de los monjes franciscanos, que por aquel entonces eran llamados Los descalzos. Se trataba por aquel entonces de una plaza también de compra-venta donde se comerciaba con carbón, madera y cerdos.
3. Münster
Uno de los sitios obligatorios que ver en vuestro paso por Basilea es la Münster o Catedral. Este imponente templo fue construido en el siglo I y reconstruido en el XVI después del terremoto de 1356. En un principio su objetivo fue el culto católico pero hoy en día, tras la Reforma protestante de Lutero, es una iglesia evangélica.
La Catedral de Basilea es realmente majestuosa. Construida también en arenisca roja, aunque menos intensa que el ayuntamiento, posee unas torres de más de 60 metros y un sobrio reloj de sol en su fachada. No dejéis de visitar su interior, muy alejado de las iglesias católicas españolas. Sin apenas decoración ni imágenes religiosas, se convierte en algo realmente solemne. Al fondo encontraréis la cripta, de un olor a húmedo inconfundible, donde están enterrados diferentes obispos y cuya tumba más antigua data del año 917. Se puede subir en grupo por una de sus torres al mirador Pfalz, desde donde contemplaréis unas vistas increíbles de la ciudad. En este enlace encontraréis todos los horarios de visita y demás informaciones: https://www.baslermuenster.ch/infos-kontakt/oeffnungszeiten
Exteriores:
Si salís de nuevo y camináis hacia la izquierda podéis visitar el claustro, precioso con un jardín interior y con vistas al río y a toda la ciudad desde sus vidrieras del fondo. Saliendo por su puerta de la izquierda, al lado de las vidrieras, llegaréis a uno de los miradores más famosos de la ciudad, desde donde podréis admirar Kleinbasel o la «pequeña Basilea» y el río Rin en todo su esplendor. Los atardeceres desde este mirador son únicos. Algo muy interesante que tenéis que hacer: si bajáis por las escalerillas que salen del mirador, llegaréis a un pequeño muelle, donde una barquilla os llevará a la otra orilla del Rin. ¡Tenéis que tocar la campanilla para avisar al barquero si está al otro lado del río!
4. Centro histórico
El centro histórico de Basilea es algo que, como en la mayoría de ciudades, debéis ver sí o sí. La peculiaridad del de Basilea es que sus viviendas de hace siglos y sus calles antiguas están perfectamente conservadas. Muchas de sus preciosas casitas, con sus típicas contraventanas adornadas con flores, tienen una fecha escrita encima de la puerta que corresponde al año más antiguo del que se conoce su existencia.
El centro histórico lo encontraréis por los alrededores de la Marktplatz y de la Münster. Nos dejéis de pasar por los pequeños patios interiores que forman algunos de los edificios, donde podréis encontrar cafeterías muy acogedoras que hacen que uno se sienta como en un cuento. Es realmente una joya que no os podéis perder.
5. Mittlere Brücke y río Rin
El Mittlere Brücke o Puente del Medio es de los más fotografiados de Suiza. Es el puente principal que une Kleinbasel o la Basilea pequeña con Grossbasel o la Basilea grande.
Un poco de historia:
El original fue construido alrededor del siglo XIII, aunque su fecha exacta es desconocida, y fue sustituido por uno nuevo a principios del siglo XX, ya que el primero se encontraba muy deteriorado. A mitad del puente encontraréis una especie de capilla repleta de candados (la moda parisina que se extiende por todo el mundo). Esta capilla se llama Käpellijoch y no sólo sirvió para el culto religioso, sino también para ajusticiar a los criminales. Desde este punto se les lanzaba al río atados de pies y manos y, si conseguían sobrevivir al llegar a la altura de las murallas de la ciudad, se les sacaba del agua y se les desterraba para siempre. Debido a que conseguía sobrevivir «demasiada» gente, este método fue sustituido por el de la decapitación en el siglo XVII.
Volvamos a vuestro viaje:
Sobre el puente encontraréis también la escultura de una amazonas con un caballo, última obra del artista Burckhardt justo antes de su muerte y el monumento de Helvetia de viaje, construido en 1980 por Bettina Eichin, uno de los símbolos más representativos de la zona.
Una vez situados en la parte de Kleinbasel no olvidéis daros un paseo a orillas del Rin, merece la pena. Desde allí podréis admirar la belleza de la Grossbasel en todo su esplendor con su catedral y sus preciosas casitas de cuento al fondo y podréis tomar algo de las pequeñas cafeterías portátiles o bouvettes en las escaleras que bajan al río.
Si viajáis en verano, ¡tenéis que daros un chapuzón en el río! Uno se baña normalmente con unas bolsas herméticas que encontraréis en cualquier supermercado o pequeña tienda a orillas del Rin. Se llaman Wickelfisch, tienen forma de pez y sirven para dos cosas: haceros flotar para que no tengáis que nadar (la corriente del agua en increíblemente fuerte, aunque desde fuera no lo parezca) y meter todas vuestras pertenencias dentro sin que se os mojen ni una gota (sí, ¡también el móvil!). ¡Dejaos arrastrar río abajo y disfrutad de las vistas!
6. Spalentor
Seguro que habéis visto numerosas fotos de esta torre por toda la ciudad, en cajas de dulces y en latas de cerveza. La Spalentor o Puerta de Spalen es una de las tres puertas de la ciudad que se conservan de los siglos XIV-XV (Spalentor, St. Johanns-Tor y St. Alban-Tor). Tras el gran terremoto de 1356 Basilea quedó totalmente destruida y se decidió reconstruirla levantando una muralla a su alrededor con siete puertas, una de ellas, Spalentor. Con el tiempo, esta muralla empezó a quedarse pequeña y se llevó a cabo su demolición, dejando en pie tan sólo estas tres puertas.
¿Por qué os cuento sobre Spalentor y no sobre las demás? Por supuesto podéis acercaros a las otras dos puertas, también preciosas, pero Spalentor merece una mención especial, ya que es el símbolo de la ciudad de Basilea por excelencia, un monumento nacional protegido y una de las torres más bellas y mejor conservadas de toda Suiza.
Si tenéis la suerte de estar allí a mitad de agosto, una vez al año, a mitad de mes, se celebra el día de las puertas de la ciudad y podréis visitar gratis estas maravillas. Os impresionará ver su increíble interior -casi por completo de madera e intacto desde hace siglos-, sus estrechas escaleras hacia los pisos superiores y sus vistas increíbles de Basilea desde lo alto de la torre.
7. Tinguelys Fasnachts-Brunnen
¿Ya habéis oído hablar de estas curiosas fuentes que se mueven? Las Fuentes de Carnaval de Tinguely son tan famosas en la zona como cualquier otro gran monumento de Suiza y es que Jean Tinguely fue un artista de gran renombre dentro del panorama helvético y mundial por sus máquinas-esculturas. Basilea dispone de un museo con su nombre donde se expone gran parte de su obra.
Este escultor construyó estas fuentes de metal en movimiento en los años 70 en la Theaterplatz o Plaza del teatro, donde en tiempos pasados se encontraba el escenario del antiguo teatro de la ciudad. Estas interesantes fuentes representan las diferentes piezas que se utilizan en la escenografía de una obra teatral y con su movimiento generan magníficos juegos de agua en el aire, el mismo movimiento sin fin que mantenían los actores, mimos y bailarines en cada actuación.
Las diez esculturas tienen diferentes nombres:
- La cabeza del teatro
- La araña
- El cojo
- La fuente
- El spray
- El vino joven
- El plumero
- La pala
- El colador
- La flauta travesera
Os propongo un reto: ¿sois capaces de identificar cada una de las esculturas según su nombre? ¡Sed observadores!
¡Aquí no acaba esto! Continuamos con la segunda parte: Qué ver Basilea. 12 lugares que no te puedes perder. Parte 2
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